Tradicionalmente, septiembre se caracteriza por dos aspectos fundamentales: el final de las vacaciones y el comienzo del curso escolar, ambos acompañados del llamado síndrome postvacacional, con cierta dosis de depresión motivada por el retorno a las obligaciones, horarios y normas.
Sin embargo, uno de los grandes valores de este mes radica en los buenos propósitos de nuevos proyectos que, frecuentemente, incluyen la realización de cursos o estudios. Más que nunca, en el actual entorno económico y laboral adverso, la formación se convierte en nuestro mejor aliado para afrontar un contexto cada vez más exigente, con continuos y novedosos retos profesionales. Para ello, debemos aspirar a una cualificación polivalente y actualizada, basada en un proceso de formación continua durante toda la vida laboral.
Esta tarea hay que abordarla con visión positiva y optimista, como un desafío personal para nuestro crecimiento y mejora profesional; se trata de una experiencia gratificante de aprendizaje que nos ayuda a ganar competitividad y mejorar nuestro desarrollo, a la vez que el posicionamiento en la casilla de salida frente al resto de competidores que conforman el mercado laboral.
Pero, ¿por dónde empezar? Ante todo, necesitamos hacer nuestro análisis DAFO personal, donde identificar fortalezas, debilidades, oportunidades y amenazas, a la vez que analizar las tendencias del mercado. Por ejemplo, si constatamos que cada vez se valoran más la fluidez en idiomas o informática en nuestro ámbito profesional, sería conveniente contrastar nuestro nivel en dichas materias y considerar la conveniencia de mejorar en ellas. O bien, revisar nuestra solvencia en determinadas áreas que están al alza en nuestra profesión, por si fuese necesario realizar una capacitación específica.
Una vez hemos decidido nuestras necesidades y prioridades de formación, es imprescindible abordar la misma con dedicación y constancia. Nos inscribimos en cursos para aprender, no para figurar u obtener el certificado. El aprendizaje nos permitirá abrir nuevas puertas y consolidarnos profesionalmente, por lo que hemos de ser rigurosos y honestos con nosotros mismos.
Los nuevos conocimientos y habilidades adquiridos nos proporcionan, en primer lugar, satisfacción personal con nuestro esfuerzo y, sobre todo, confianza, energía y competencia para desarrollar con garantías nuestras responsabilidades o aspirar a otras nuevas.
Lejos de deprimirnos por la vuelta al cole, tornemos septiembre como una excelente oportunidad para formarnos, que nos reportará, sin duda, nuevas satisfacciones y oportunidades de mejora personal y profesional.