En la batalla para comercializar los productos la reputación es un valor que multiplica las ventas si se utiliza adecuadamente, sobre todo para las pequeñas y medianas empresas y para los autónomos o freelances. Con ella, una marca puede posicionarse en el mercado y mantenerse, asegurar sus productos en el sector de la población que realmente está interesado en ellos y aumentar las ganancias con argumentos realmente válidos en la atención al cliente. De ahí que sea un arma realmente útil, que además se aprende, para la comercialización de productos y servicios en pequeños negocios. Este tipo de formación complementa los conocimientos propios y la de los empleados, porque los actualiza. De hecho. es un valor destacado en el currículum ya que el uso de las redes sociales se ha generalizado gracias a que el móvil es el dispositivo más utilizado por los españoles para entrar en internet.
Si se estudian de cerca las marcas blancas, por ejemplo, se descubre cómo muchas veces estas están fabricadas por marcas que sí tienen credibilidad. Se puede descubrir mirando las etiquetas, donde se especifica quién los fabrica. Sin embargo, hasta que no se averigua no se comprende el motivo. Y es que ninguna marca que se precie relacionaría su nombre con un producto del que pudieran quejarse los clientes. La mente humana es extraordinaria cuando se trata de relacionar lo conveniente y lo inconveniente, básicamente por supervivencia.
Porque es en estos detalles, en la confianza, donde reside la valor de las marcas que están en el mercado. Mucho más en el mercado de la era digital, donde reina el valor de la recomendación, con la que se gana confianza. Esta se recupera o se obtiene directamente de los consejos de las personas que se consideran como voces autorizadas. Las valoraciones de productos en las redes sociales son un buen ejemplo de la utilidad de una buena estrategia comercial en el mundo digital y fuera de él. Lo que suena que es bueno lo es, y lo que suena y relacionamos con una buena opinión de alguien que se conoce es mejor. Es lo que se denomina el posicionamiento de la marca personal, la huella que deja en quien escucha esa información en una charla con una amiga o ese comentario en internet con el que se recomienda y se aconseja desde la experiencia.
Nadar con los grandes no es fácil. Eso seguro, pero la meta estará más cerca conociendo el producto, el público al que se dirige, y con la estrategia comercial adecuada, con plazos de fechas y objetivos. Esta es resistir y posicionarse, fidelizar al sector al que se dirigen los productos y servicios, llegando cada vez más lejos para que lo que se ofrece sea mejor y se hable de ello, porque inspira confianza.
Al hablar con personas que han puesto en marcha sus propios negocios siempre hay una características común: la pasión por lo que hacen. Trasladar esa pasión a lo que ofrecen requiere de una sólida base administrativa, de habilidades comerciales y de una adecuada estrategia. Si se consigue que esta pasión la sientan los empleados de una empresa ésta tiene asegurada su supervivencia.
El el apartado comercial muchas veces se olvida que un producto de calidad no se vende solo porque tenga calidad. Se vende también porque las personas lo aman, y solo se ama lo que se conoce, lo que se sabe hacer. Para la persona que crea la empresa es fácil: ama lo que ha creado, sabe que es bueno, que es útil. Para hacer visible el negocio al que se ha dado a luz con tanta ilusión y vender esos servicios o productos hacen falta profesionales formados, y la formación actualizada en las empresas ayuda a que los empleados vuelvan a enamorarse de lo que hacen.
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