Trabajar con los demás para que ellos saquen lo mejor de sí mismos durante las vacaciones. Esta podría ser una buena definición para el animador turístico, es decir, reír es la mejor forma de hacer amigos, de estrechar relaciones, de desconectar, de pasarlo bien y redescubrirse pero, ¿qué hacer cuando no se tienen habilidades sociales o no se conoce a nadie?.
La figura del animador en hoteles cumple una función muy importante en estos establecimientos: su trabajo es hacer que los demás se diviertan porque un visitante satisfecho no solo regresa sino que es el mejor embajador que un lugar puede tener. Recibir, organizar, recomendar, relajar y fortalecer convierten a este profesional no solo en el amigo que todos quieren sino en el amigo que todos necesitan porque, además, el mayor tesoro que posee es su humanidad.
Canarias está por encima de ciudades como París, Londres o Roma en el número de visitantes que escogen las islas para pasar sus vacaciones, así queda patente en el último informe de Eurostat, la oficina de estadísticas europeas. Las cifras aumentan cada año y convierten al archipiélago canario en el lugar ideal al que viajar sin salir del continente. Así es que cuando llegan a su destino, los turistas encuentran a una persona que los recibe, los orienta y les muestra cómo divertirse. Para ello, las aptitudes personales y las profesionales van a la par.
Habilidades que debe tener el animador turísitco
Extrovertido, simpático, comunicador, curioso, aseado y educado son valores a tener muy en cuenta a la hora de acceder a este tipo de trabajo. No en vano su trato directo y su cercanía dependen de ello ya que no solo diseñan y dirigen variadas actividades que pueden ser deportivas, socio-culturales, infantiles, nocturnas, etc, para que los huéspedes de una instalación turística vivan la experiencia de viajar sin dejar de sentirse como en casa. Los animadores, además, brindan información sobre las características del hotel y la comunidad, realizan mercadotecnica, relaciones públicas, gestiones de venta y todo ello en un ambiente relajado y festivo.
Así es que los animadores turísticos cumplen una función social, cultural y de marketing porque las estancias inolvidables no se improvisan. De hecho, es un trabajo con muchas responsabilidades que requiere de preparación física y psicológica tan eficiente como la de un deportista profesional de alto rendimiento. Igualmente, los conocimientos de idiomas, las habilidades físicas y manuales y conocer en profundidad el trabajo en equipo y las dinámicas de grupo son valores muy importantes. De todo ello dependerá el nivel satisfacción de los huéspedes en lo que se refiere tanto a sus necesidades de información como de sociabilización y comunicación porque ¿quién quiere pensar o esforzarse en vacaciones? Pues para eso está el animador turístico profesional.
Por todo ello, un animador turístico con la formación adecuada se convierte en una pieza clave para la instalación hotelera y sus huéspedes, ya que la cercanía con sus historias humanas, su cultura y sus conocimientos sobre el medio que visitan lo convierten en su persona de confianza. Sin embargo, pocos saben que para las empresas constituyen la columna vertebral de su sistema de servicios e, incluso, de sus relaciones con otras empresas del entorno. Así es que entre las funciones de asesoramiento se incluye la promoción de aquellos lugares de la zona que sean de interés pero también que cuiden la calidad en lo que ofrecen con garantías en el trato a los visitantes, por ejemplo, porque en sus manos queda la reputación del establecimiento hotelero de la misma forma que la felicidad de los visitantes.