La certificación energética de edificios garantiza que se cumplan por ley aspectos relacionados con la eficacia de una vivienda en relación al consumo de energía y las implicaciones que conlleva el mismo.
¿Qué casa comprarías o alquilarías? ¿La que gasta más o menos agua y luz? Habitualmente, el comprador o inquilino que visita una vivienda para su posible adquisición revisa aspectos relacionados con la construcción intuitivamente, y la certificación de eficiencia energética de los edificios garantiza que estos aspectos se cumplan por ley. Además, y gracias a ella, existe la posibilidad no solo de saber sino de prevenir el gasto en la factura de agua y luz de los inmuebles. Esta certificación ya está en vigor, de hecho, es obligatorio para los inmuebles de nueva construcción y aquellos que se quieran poner en venta o alquiler. Eso sí, solo los profesionales acreditados pueden calificarlos, con lo que su obtención también es un valor añadido para aquellos arquitectos, aparejadores e ingenieros que quieran hacer de este servicio de certificador energético una fuente de ingresos.
El objetivo principal de la certificación energética beneficia a todos, puesto que está comprobado que la correcta instalación y uso de los bienes comunes garantiza una reducción de hasta un 70% en las facturas, si se trata de viviendas más eficientes, y de un mínimo de un 20% si se trata de las menos eficientes. Esto implica que la rentabilidad de las viviendas de nueva construcción, si se realiza un análisis a medio y largo plazo, estará en la implantación de la eficiencia energética desde la fase de planificación; de ahí que solo los profesionales cualificados puedan certificar los inmuebles.
De hecho, una vivienda se califica como eficiente en función de determinadas variables, como son, la calidad de los materiales de la fachada y su orientación, así como la envolvente de su vivienda (techo, paredes y suelo), la calidad de las ventanas y persianas, el sistema de calefacción y refrigeración y el tipo de combustible utilizado. Habitualmente, el comprador o inquilino que visita una vivienda para su posible adquisición revisa aspectos relacionados con la construcción intuitivamente así que el certificado energético garantiza que estos aspectos se cumplan por ley.
Por eso, a continuación vamos a tratar de responder a las preguntas más frecuentes sobre la certificación energética.
¿Cuánto cuesta hacer un certificado energético?
Se trata de un mercado libre y la oferta y la demanda establecerá el precio de la certificación. Sin embargo, Según estudios realizados por la ASECE, teniendo en cuenta otros países de la Unión Europea, con esta normativa la cifra se encuentra entre los 250 y los 500 euros. Incluso, este coste podría rebajarse si toda la comunidad de vecinos acomete el estudio de forma conjunta, lo que además repercute en la facilidad para realizar mejoras posteriores en todas las áreas del edificio.
¿Quién debe realizar la certificación energética?
La obtención del certificado de eficiencia energética, así como de su correcta conservación será responsabilidad del propietario, o promotor o unidad de vivienda en venta o alquiler.
¿En qué edificios debe hacerse la certificación energética?
- Edificios de nueva construcción.
- Edificios o partes de edificios existentes que se vendan o alquilen a un nuevo arrendatario, siempre que no dispongan de certificado en vigor.
- Edificios o partes de edificios en los que una autoridad pública ocupe una superficie útil total superior a 250 m2 y que sean frecuentados habitualmente por el público.
¿Qué beneficios y ventajas ofrece la certificación energética?
El certificado energético pondrá a cada vivienda una nota de la A a la G, como los electrodomésticos. De esta forma, una vivienda con una eficiencia energética A puede reducir su factura un 20%-30% respecto de una vivienda calificada como C o D, y hasta un 70% respecto a una G. Puede que las viviendas más eficientes sean más caras pero esta inversión se amortizará a largo plazo con un mayor ahorro en las facturas.
De hecho, estudiando las instalaciones de un edificio y sus características se pueden localizar problemas que afecten al confort de las viviendas, por ejemplo pasar frío en invierno y calor en verano; y los consiguientes excesos de consumo de calefacción y aire acondicionado. Por eso se reduce el precio de las facturas.
Así es que, aparte de un beneficio económico, la obtención de la certificación de calidad de los edificios se traduce también en un beneficio palpable y práctico ya que, una vez se obtenga el certificado, se pueden conocer cuáles son sus puntos débiles, energéticamente hablando, del hogar. Entonces, se podrá actuar sobre ellos, mejorando o renovando la instalación de climatización por otra más eficiente, o cambiando las ventanas por otras que garanticen un mejor aislamiento térmico, tanto en frío como en calor.