Puede ocurrir durante una intensa jornada laboral, con demasiadas noticias y citas de agenda que cumplir, en un tranquilo paseo a través de un sendero por un parque natural protegido del archipiélago, cuando se esté envolviendo un regalo para un cliente exigente pero entrañable, al contestar a la pregunta de un ciclista que pide orientación… ¿Y si alguien cae al suelo con una parada cardiorrespiratoria? Entonces, hace falta un desfibrilador.
Una parada cardiorrespiratoria provoca el fallecimiento entre los tres y cinco primeros minutos. Un desfibrilador puede salvarle la vida pero, ¿quién lo tiene a mano en una tienda, en la recepción de un hotel o en un restaurante? Y lo que es más difícil: ¿Quién sabe cómo usarlo? Así de fina es la línea para quienes trabajan de cara al público y que si bien no están obligados a poseer estos conocimientos sí es bueno reconocer que tenerlos constituirá algo más que un plus en el currículum. Y es que constituyen la diferencia entre la vida y la muerte para quien entra en las instalaciones o quien participa de una visita guiada, por ejemplo; mucho más si se trabaja con grupos de senderistas, ya que el ejercicio físico representa un factor de riesgo, tengan las personas la edad que tengan. De modo que atendiendo a la creciente necesidad de la preparación para la seguridad laboral en el trabajo, mucho más en las Islas Canarias, donde se potencia la relación de la marca con el turismo de ocio activo y el disfrute del medioambiente, las farmacias de Tenerife, a través de la Cooperativa Farmacéutica de Tenerife (Cofarte), instalarán un desfibrilador en una veintena de establecimientos de la isla. Así es que tanto las empresas como los empleados pueden convertirse también, gracias a estos conocimientos y la adecuada formación, en salvadorres de una vida, lo que influirá determinantemente y sin lugar a dudas en la imagen y la confianza que se proyecta de cualquier negocio porque dentro de las empresas se estarán a salvo, por lo menos el corazón lo estará.
De hecho, el Gobierno de Canarias ha reconocido la urgencia de regular el uso de desfibriladores porque ya no se puede ignorar esta realidad, al tratarse de una situación que demanda urgente atención sanitaria con riesgo vital, según el texto que aprueba su uso en establecimientos públicos y privados. Tal y como se lee en él: “Durante un evento isquémico cardíaco agudo se pueden producir arritmias mortales, como la fibrilación ventricular o la taquicardia ventricular sin pulso, en las que está científicamente reconocido que su tratamiento más efectivo es la desfibrilación eléctrica temprana”. De modo que, conscientes de dicha realidad en el ámbito de la Comunidad Autónoma de Canarias mediante el Decreto 225/2005, de 13 de diciembre, se aprobó el Reglamento por el que se reguló la utilización de desfibriladores semiautomáticos externos por los primeros intervinientes con el fin de fomentar la seguridad en la desfibrilación precoz.
El Gobierno de Canarias, en su guía de primeros auxilios, explica que entre los primeros tres y cinco minutos es vital la reacción de las personas que están junto con la persona que sufre una parada cardiorrespiratoria, porque el 85 por ciento de las muertes por ataques cardiacos se producen a consecuencia de un fallo en la fibrilación ventricular. Cuando surge este problema, se produce el cese de circulación de la sangre por el cuerpo y, con ello, la muerte de forma irreversible a menos que sea auxiliado de inmediato. Solo la desfibrilación puede salvar la vida de la víctima. Se trata de administrar descargas eléctricas porque cada minuto de retraso reduce la posibilidad de supervivencia, aunque, como en todos los casos relacionados con la salud y las emergencias, es necesario tener conocimientos y formación, de lo contrario sino es mejor llamar al 012 y esperar a los profesionales.