En materia de inversión económica, en relación al riesgo-beneficio, suele distinguirse entre renta fija, variable y mixta. Sin embargo, el valor más seguro por excelencia, todavía más en tiempos de crisis, es el oro.
El precio de este metal precioso no deja de subir día a día y año tras año, al margen del valor de las empresas y de los altibajos de la economía.
En el ámbito profesional, el oro, el auténtico valor, lo representa la cualificación y la competencia de las personas. Esta competencia abarca diversos ámbitos:
– Cualidades personales: proactividad, rigurosidad, flexibilidad, innovación, orientación al logro…
– Cualidades sociales: sensibilidad interpersonal, empatía, habilidades de relación…
– Cualidades técnicas: conocimiento teórico y práctico, formación, experiencia laboral, fluidez en idiomas, informática…
Aunque siempre es importante actualizar y ampliar nuestro bagaje competencial, ahora más que nunca, se hace imprescindible mejorar nuestra cualificación y competitividad en el mercado, donde se restringe la oferta de empleo y aumenta el número de demandantes, lo que dificulta el acceso y el mantenimiento en los puestos disponibles.
Por eso es necesario repasar nuestra caja de herramientas profesionales, revisarla y ponerla a punto, mejorándola e incluyendo nuevos elementos que impulsen y aseguren la navegación en medio de las aguas turbulentas que vivimos. Uno de estos elementos esenciales es la formación y el reciclaje permanente, a veces reinventándonos, pero siempre con coherencia y con el objetivo de consolidar nuestra capacitación para afrontar el presente y encarar el futuro en las mejores condiciones.