
Comercializar con éxito, una estrategia para dejar huella

La formación es una oportunidad y como tal hay que invertir en ella. Porque cuando se está en la corriente de la oferta y la demanda se puede tener la sensación de estar solo, y lo que es peor, de que no hay opciones para posicionarse con el negocio que se ha ideado, o con el que se lucha y se ha soñado. Se puede llegar a sentir que será devorado en cualquier momento. Entonces solo hay un camino: aprender más. Por eso, invertir en cursos es una oportunidad, porque si hay algo que se puede encontrar son conocimientos, caminos, opciones; pero hay que saber dónde buscarlas y de quién. Los cursos de especialización para ocupados ofrecen salidas porque con la propia experiencia más aquello que se aprende más el esfuerzo y el trabajo se avanza, se nada mejor, se sale a flote, se llega al espacio exterior.
Hacer del niño que se lleva dentro una herramienta profesional que permita dar visibilidad a lo que se ofrece no solo es bueno para el alma sino que ayuda a recordar que el negocio en el que se invierte toda una vida es aquel con el que soñamos una vez, hace tal vez no tanto tiempo.
La decisión es sencilla: hay trabajo para la mujer y se va a por él. Se adquiere formación, se ponen los pies firmes en el suelo y se deja a un lado todo el bagaje de siglos en los que eran consideradas flores para mantenerse de adorno. Porque, ¿existen trabajos específicos para hombres? Es cuestión de fuerza, de habilidades motoras, de entrenamiento, de capacidades innatas al sexo masculino o, simplemente, ¿es cuestión de atreverse, esforzarse e ir adquiriendo experiencia? Ningún empleo es sencillo, y tras más de un siglo con igualdad, con leyes que tratan de impulsarla, poco a poco el abanico de opciones y puestos de responsabilidad se va abriendo para el sexo femenino. Este es testarudo cuando se refiere a labrarse un futuro o conseguir el pan con el que dar de comer a la familia, y a sí mismas. Por eso no ceja en su empeño de acceder al mundo laboral, a todo él, incluidos sectores como la construcción, la minería, el transporte e, incluso, los servicios de urgencias tradicionalmente considerados masculinos como son las profesiones de bombero o piloto de emergencias. El único secreto: intentarlo y, sobre todo, no sentirse menos que nadie. Sigue leyendo